sábado, 15 de noviembre de 2008

REPESCAR AL ALUMNADO SIN LA ESO

El abandono educativo temprano en España es de los más altos de Europa: lo dejan después de la enseñanza obligatoria el 31% de los jóvenes, la mayoría porque no consiguió el título más básico, el de ESO. Las administraciones están de acuerdo en que es un problema de Estado -que está estancado, según el PSOE, y que crece, según el PP- y en que las soluciones pasan por medidas para prevenir el fracaso, pero también por flexibilizar y multiplicar las alternativas al sistema ordinario para reenganchar a los jóvenes que acaban de tirar la toalla. El empeño es que las alternativas no se vean como puertas falsas para conseguir los títulos, sino que quede claro que se mantiene la exigencia en cada escalón del sistema, independientemente del camino seguido para alcanzarlo.

Así, entre las propuestas y recomendaciones del plan contra el abandono educativo temprano que están elaborando las comunidades y el Ministerio de Educación, y que será discutido en una reunión el próximo jueves, está la de aumentar notablemente los Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) o la oferta de programas intensivos, con clases extra y de refuerzo, para sacarse la ESO en la educación de adultos en menos tiempo del habitual (en la mayoría de las comunidades son dos cursos). Cada comunidad autónoma tendrá que fijarse un objetivo concreto de reducción del abandono en su territorio. Éstas son algunas de las principales medidas:

- Iniciación profesional. La garantía social, los cursos que hacían los chavales de 16 años (y excepcionalmente los de 15) que estaba claro que no iban a graduarse en el instituto, era una vía muerta: se aprendían los rudimentos de un oficio, pero se acababa sin título ni certificado alguno. Desde este año, la revisión de estos cursos, los Programas de Cualificación Profesional Inicial, conducen a un certificado de profesionalidad expedido por Trabajo y, aprobando unos módulos extra y voluntarios, también al título de ESO. El objetivo del plan es alcanzar las 80.000 plazas dentro de dos cursos, para que estos programas se conviertan en una oferta normal en todos los centros de secundaria. Este año hay 48.300 alumnos en estos programas. Esas 80.000 plazas supondrían ofrecer esta alternativa a uno de cada 12 jóvenes de 15 y 16 años.

Si el alumno aprueba estos programas, aunque no se saque el módulo voluntario de la ESO, podrá acceder a la FP de grado medio a través de un examen. En la actualidad ya existe ese examen, pero con el PCPI aprobado se les eximirá, al menos, de una parte.

- Participación de los padres. Las propuestas y recomendaciones hablan de programas específicos para prevenir el abandono de los estudiantes con mayor riesgo de fracaso (inmigrantes, población gitana, zonas especialmente deprimidas), o de formación del profesorado para el diagnóstico precoz y la atención a estos chavales en riesgo. En el ámbito de las familias también se fomentarán distintas iniciativas, por ejemplo, las medidas que permitan la asistencia de los padres a las reuniones del colegio. Aunque no se cita explícitamente en el plan, la generalización de los permisos laborales para asistir a este tipo de reuniones es una vieja reivindicación de las asociaciones de padres.

- Cada uno a su ritmo. Una parte muy importante de las medidas van específicamente dirigidas a repescar a los jóvenes que dejaron de estudiar sin haber obtenido el título de ESO. En la actual situación de crisis económica, en la que las posibilidades de encontrar un empleo de baja cualificación serán cada vez menores, las administraciones esperan que las matriculaciones, a su vez, se multipliquen.

De lo que se trata es de multiplicar también los caminos de repesca. Por ejemplo, si un joven de 19 años, que lleva tres trabajando, se plantea obtener por fin el título de ESO, quizá le eche para atrás que le hagan falta dos cursos en la educación de adultos para obtenerlo. Así, una de las posibilidades que se contemplan es la de ofrecerles medidas de refuerzo y clases extra para que lo puedan hacer en menos tiempo.

Pero también se buscarán acuerdos con las empresas para el que quiera seguir trabajando mientras obtiene, quizá con más calma, el título, también el de FP. Y se fomentarán los programas semipresenciales, y a distancia o por Internet. Es decir, se propone utilizar todos los recursos al alcance de los centros y ponerlos a disposición de estos jóvenes, incluidos los programas de preparación para sacarse la ESO o acceder a FP.

- Informe y seguimiento. Además, se propone que los chavales que dejen el instituto sin el diploma de secundaria, sí se lleven consigo un informe sobre el grado de adquisición de competencias básicas que han adquirido. Este informe le puede servir al joven, por ejemplo, para que los centros sepan de donde parte si decide reengancharse en el sistema.

Otro incentivo para estos jóvenes es el reconocimiento oficial de lo aprendido durante sus años de experiencia, que se les puede convalidar en su regreso a la educación reglada. Esto ya lo llevan a cabo para los trabajadores de todas las edades seis comunidades, pero la regulación estatal lleva pendiente muchos años. El Gobierno ha anunciado su aprobación para principios de 2009.

- Revisión de la estadística. Se plantea asimismo la revisión de las fuentes estadísticas y su comparabilidad con los datos internacionales. El sistema actual mide el fracaso escolar a través del abandono educativo temprano, pero no está claro dónde y cómo se cuenta a los chavales que siguieron en el bachillerato o la FP y lo dejaron a medias, o los que se reengancharon en las escuelas de adultos y acabaron obteniendo el título. El INE calculó en 2005 que uno de cada tres jóvenes que abandona la ESO vuelve al sistema educativo en los cuatro años siguientes.

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